sábado, 24 de agosto de 2013

El arte de los Muerde Muertos


Cuando todos los seres sobrenaturales parecían ser insuficientes, aparecen los muerde muertos. Los muerde muertos no son vampiros, ni zombis, ni monstruos. Son seres sobrenaturales, con extrañas habilidades y un particular oficio: morder muertos.
Muerde Muertos es una novela epistolar, una de las primeras gratificaciones que pude encontrar al inmiscuirme en su mundo. La novela epistolar es un estilo que ha de serle propio a la literatura de terror, pero que, sin embargo, parecía abandonado. Es un estilo excepcional, que podría compararse en su efecto con el falso documental, tan popular en las películas de terror contemporáneas. Estos estilos permiten suspender nuestra incredulidad más fácilmente que una tercera persona (en la novela) o grandes efectos especiales (en el cine). En Drácula, por ejemplo, Stoker se vale de este estilo epistolar para otorgarle a su historia la verosimilitud tan difícil de conseguir en este género que tanto nos deleita.
Las cartas, en Muerde Muertos, cruzan el Atlántico en busca de respuestas. Otro elemento interesante y fecundo en el mundo gótico, y que también encuentro fascinante. El Viejo Mundo  con sus secretos y misterios milenarios se comunica con el Nuevo Mundo, lleno éste de anhelos por aquello que aquel mundo del que viene le esconde. Esa verdad oculta y sobrenatural se oculta en un Tratado que obsesiona a Blass, un viejo coleccionista de libros que, desde Buenos Aires, negocia (de alguna manera) con Jesús, un ex periodista investigador. Blass ofrece como trato por el libro, una verdad: revelarle a Jesús lo que realmente ha ocurrido con su desaparecido hermano, Ignacio.
Cada uno de los narradores tiene su estilo. Poético uno, periodístico el otro; lo que enriquece literariamente la obra y es uno de los deleites que me provoca la buena literatura epistolar. La verosimilitud es impecable. Existen momentos en los que verdaderamente el lector siente estar ante la correspondencia que mantuvieron estos dos personajes durante algún tiempo.
Otro elemento gótico que no debe faltar para lograr este tipo de obras es la muerte. La muerte acompaña a estos personajes en cada momento, desde el instante en que Jesús acepta la búsqueda. La muerte está a su alrededor como nunca en su vida lo ha estado. La muerte y su deseo de ella, su rechazo hacia ella y la idea gótica de regresar de ella.
Jesús no busca vampiros o zombies (al menos no en el sentido tradicional), busca un tratado sobre el oficio de muerde muertos. Pero es imposible no pensar en él como un Van Helsing; y no me refiero a Huge Jackman, sino al auténtico Van Helsing, un viejo cazador de monstruos cursando los últimos días de su vida y viviendo, también, la más grande de sus aventuras.
La búsqueda de la verdad es un elemento romántico que se presenta en la obra. El ocultamiento de la verdad es el mal. La lucha de estos personajes se trata de eso, de revelar la verdad vedada. Los misterios se van descubriendo poco a poco para uno y para otro personaje. Blass intenta mantener su poder ocultando la verdad a Jesús, una verdad que promete revelar cuando este le consiga el Tratado.
Muerde Muertos es una novela gótica espléndida como pocas en esta época. El mundo sobrenatural se entrelaza con el natural creando un submundo que jamás puede ser comprobado o demostrado. Un mundo como el que nos rodea, pero que nos esconde cosas, elementos y situaciones que nuestra razón nos impide aceptar.

Los Muerde Muertos son hombres cuya profesión es un misterio y la única prueba de su existencia es el tratado. Estos nuevos seres sobrenaturales que se presentan en la novela son perturbadores y originales. Un nuevo elemento sobrenatural nace en el gótico argentino: Los Muerde Muertos. Dignos seres de trascender su propia obra. Me pregunto si regresarán algún día o si permanecerán resguardados en la oscuridad de esta novela para siempre, ¿será que sobre ellos sólo conseguiremos estas cartas?  Personalmente, espero ver algún día aquel tratado que tanto añoran Jesús y Blass.